Él me sorprendió hoy. No lo esperaba. Esperaba que, como al igual que con todos los demás, no estuviera al día siguiente en mis mañanas. Esperaba que, como todos los demás, dependía de mis acciones de la noche anterior para poder verlo en las mañanas. No digamos sentirlo.
Él me sorprendió hoy, cuando me di cuenta que al despertar estuvo ahí; cuando me di cuenta que desayunó conmigo, mientras yo ignoraba su mirar; cuando me di cuenta que me trajo al trabajo, y yo venía en silencio. Él deseando platicar conmigo.
Él me sorprendió hoy, cuando al venirme a dejar al trabajo no resistió más y sólo me abrazó. Me sorprendió, me rendí en lágrimas, no pude contenerme. Me sorprendió, Él estuvo ahí. Él me trajo al trabajo hoy.
¡Gracias Dios!
jueves, 16 de agosto de 2012
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