lunes, 15 de febrero de 2010

Día 355

Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
Isaías 1:6

Esto me pone a pensar. Si tenemos una herida, lo primero que hacemos es desinfectarla; si es muy grande, buscamos alguien que la pueda examinar y curarla lo más pronto posible. Es un hecho natural el que una herida descuidada pueda contaminarse, y contaminarse y contaminarse hasta que tengamos que usar la palabra... PODRIDO :S.

Hasta pesada suena la palabra, pero es cierto, y esto es lo que estamos haciendo con nuestro corazón y vida. Todos los días nos lastimamos de miles de formas, unos días son mucho más difíciles que otros, y otros... ufff!!! no sé cómo los podemos resistir y sobrevivir de ellos. ¿Cómo pensamos que está nuestra vida? ¿igual? definitivamente nunca queda igual.

Lo peor del caso es que esas heridas las descuidamos, las dejamos ahí y decimos: el tiempo cura toda herida. Mmmm... ¿las cura o las pudre? imagínate una herida física, el tiempo la pudriría si está descuidada. Nos pasa exactamente lo mismo. Lo que pasa es que ya estamos acostumbrados a esa "salud del corazón superficial y engañosa".

Estamos mal. Lo primero que tendríamos que hacer con nuestra vida, es buscar quien la examine y sane. Es buscar a Dios. Cuando leemos el versículo anterior otra vez, ahhhh... qué bien se oye: una herida curada, vendada y suavizada con aceite. Eso es exactamente lo que quiere hacer Dios con nuestra vida. Y Él sabe cómo estamos: sin ninguna cosa sana, con heridas e hinchazón.

Busquemos a Dios, hoy si podemos :D y que Él haga lo que tenga que hacer con esas heridas.


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